El capítulo 66 del libro de Isaías cierra con una visión profunda y conmovedora sobre el juicio y la redención divina. Este capítulo no solo concluye el libro de Isaías, sino que también encapsula los temas de justicia, misericordia y renovación que atraviesan todo el texto. Isaías 66 desafía a los lectores a reflexionar sobre su relación con Dios, destacando la importancia de la humildad y el temor reverente ante el Señor. A través de imágenes poderosas y promesas de restauración futura, Isaías nos invita a considerar el destino final de la humanidad y el plan eterno de Dios para su pueblo. Este capítulo es esencial para entender cómo la justicia divina se entrelaza con la compasión infinita, ofreciendo esperanza y un llamado a la transformación personal y colectiva.
Isaías 66 al completo
Isaías 66
Así dice Jehová: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?
Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová. Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
El que mata un buey es como si matara a un hombre; el que sacrifica un cordero, como si degollara a un perro; el que ofrece una ofrenda, como si ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijera a un ídolo. Y como ellos escogieron sus propios caminos, y su alma se deleita en sus abominaciones,
también yo escogeré sus calamidades, y traeré sobre ellos lo que temen; porque cuando llamé, nadie respondió; cuando hablé, no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que no me agrada.
Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, que os excluyen por causa de mi nombre, han dicho: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará alegre con vosotros, y ellos serán avergonzados.
Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos.
Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz un varón.
¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Daría a luz la tierra en un día? ¿Nacería una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz a sus hijos.
¿Yo que hago dar a luz, no haré nacer? dijo Jehová. ¿Yo que hago engendrar, cerraré la matriz? dijo tu Dios.
Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella;
para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria.
Porque así dice Jehová: He aquí que yo extenderé sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como un arroyo que se desborda; y mamareis, seréis llevados sobre las caderas y acariciados sobre las rodillas.
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros; y en Jerusalén seréis consolados.
Y veréis esto, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová se conocerá en sus siervos, y se indignará contra sus enemigos.
Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y como torbellino serán sus carros, para tornar su ira con furor, y su reprensión con llamas de fuego.
Porque con fuego y con su espada juzgará Jehová a toda carne; y los muertos de Jehová serán multiplicados.
Los que se santifican y se purifican en los huertos, siguiendo a uno en medio, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, serán consumidos, dice Jehová.
Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; vendrá tiempo que juntaré a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria.
Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados a las naciones, a Tarsis, Pul y Lud, que tiran del arco, a Tubal y Javán, a las costas lejanas que no oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciarán mi gloria entre las naciones.
Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, como ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte Jerusalén, dice Jehová, como los hijos de Israel traen la ofrenda en vasos limpios a la casa de Jehová.
Y tomaré también de ellos para sacerdotes y levitas, dice Jehová.
Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre.
Y será que de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí, dijo Jehová.
Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano no morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a toda carne.
Explicación de los versículos de Isaías 66
Desglosamos el Isaías 66 versículo por versículo, explorando las profundas enseñanzas sobre el juicio y la misericordia divina, así como la restauración y la esperanza que ofrece a su pueblo. Este análisis no solo profundiza en el significado textual, sino que también busca aplicar estas enseñanzas a nuestra comprensión contemporánea de la fe y la relación con Dios.
"Así dice Jehová: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?"
Este versículo establece la magnificencia y omnipresencia de Dios, cuestionando la capacidad humana para proporcionar un espacio adecuado para Él, lo que subraya la idea de que Dios no puede ser contenido por estructuras hechas por el hombre.
"Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová. Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra."
Aquí, Dios recuerda a sus oyentes que Él es el creador de todo, lo que refuerza su autoridad absoluta. Sin embargo, Dios valora la humildad y la reverencia hacia sus enseñanzas más que los grandes actos de sacrificio o construcción.
"El que mata un buey es como si matara a un hombre; el que sacrifica un cordero, como si degollara a un perro; el que ofrece una ofrenda, como si ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijera a un ídolo. Y como ellos escogieron sus propios caminos, y su alma se deleita en sus abominaciones,"
Este versículo critica severamente las prácticas religiosas que son externamente correctas pero internamente corruptas. Dios equipara los sacrificios sin un corazón puro a actos de violencia y idolatría, destacando la importancia de la sinceridad en la adoración.
"también yo escogeré sus calamidades, y traeré sobre ellos lo que temen; porque cuando llamé, nadie respondió; cuando hablé, no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que no me agrada."
Dios advierte que, como respuesta a la desobediencia y la indiferencia del pueblo hacia sus mandatos, Él traerá juicio y calamidad. Este versículo subraya la justicia retributiva de Dios frente a la desobediencia.
"Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, que os excluyen por causa de mi nombre, han dicho: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará alegre con vosotros, y ellos serán avergonzados."
A pesar de la persecución y el rechazo por parte de otros, aquellos que respetan y siguen la palabra de Dios recibirán su favor y protección. Este versículo ofrece consuelo y esperanza a los fieles, asegurando que la justicia prevalecerá.
"Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos."
Este versículo describe el momento del juicio divino como un evento tumultuoso y poderoso, donde Dios mismo se pronuncia y actúa contra aquellos que se oponen a Él.
"Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz un varón."
Este versículo utiliza la imagen de un nacimiento milagroso y repentino para simbolizar la sorprendente y poderosa obra de Dios en la entrega de su promesa, posiblemente refiriéndose a la redención y restauración de Israel.
Cada uno de estos versículos nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida espiritual y la autenticidad de nuestra relación con Dios, recordándonos la importancia de la humildad, la obediencia y la fe genuina.
Significado y reflexión final sobre Isaías 66
El capítulo 66 de Isaías nos ofrece una visión poderosa y multifacética del carácter de Dios y de su plan para la humanidad. A través de este texto, aprendemos sobre la soberanía absoluta de Dios, quien no está limitado por estructuras humanas y cuya presencia y poder abarcan todo el universo. Nos recuerda que, más allá de los sacrificios y las ofrendas, lo que Dios valora verdaderamente es un corazón humilde y obediente que respeta su palabra.
Este capítulo también nos confronta con la realidad del juicio divino, que es tanto justo como inevitable para aquellos que eligen ignorar o desafiar sus mandamientos. Sin embargo, para aquellos que se acercan a Él con reverencia y sinceridad, promete consuelo, protección y una alegría inigualable que se compara con la ternura de una madre por su hijo.
En nuestra vida diaria, Isaías 66 nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios. ¿Estamos construyendo nuestra vida espiritual sobre rituales vacíos o estamos buscando genuinamente agradar a Dios con nuestra conducta y nuestro corazón? Este capítulo nos alienta a evaluar nuestras prioridades y a cultivar una relación más profunda y auténtica con nuestro Creador.
Isaías 66 no solo es una llamada a la reflexión personal, sino también un recordatorio de la esperanza y la restauración que Dios promete a su pueblo. Nos asegura que, a pesar de las tribulaciones y desafíos, la gloria final y la paz serán restauradas y superarán cualquier adversidad presente.
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