El capítulo Juan 5 del Nuevo Testamento es un relato fascinante que combina milagros, enseñanzas y controversias. En este capítulo, se narra uno de los milagros más conmovedores de Jesús: la curación de un hombre enfermo durante treinta y ocho años, lo cual no solo demuestra su poder divino sino también su compasión y deseo de restaurar la vida de las personas. Además, Juan 5 profundiza en el debate sobre la autoridad de Jesús y su relación con Dios Padre, lo que lleva a discusiones teológicas profundas que han intrigado y nutrido la fe de creyentes a lo largo de los siglos.
Este análisis detallado de Juan 5 te invitará a explorar las dimensiones espirituales y éticas de las acciones de Jesús, así como las implicaciones de sus palabras para los creyentes de todas las épocas. Prepárate para descubrir cómo este capítulo puede enriquecer tu comprensión de la fe y desafiarte a reflexionar sobre tu propio camino espiritual.
Juan 5 al completo
Juan 5
Después de esto, había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, que en hebreo se llama Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el primero que descendía después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.
Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
El enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo voy, otro desciende antes que yo.
Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y aquel día era día de reposo.
Entonces los judíos decían al que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho.
Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda.
Entonces le preguntaron: ¿Quién es el hombre que te dijo: Toma tu lecho y anda?
Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús se había retirado de la multitud que estaba en aquel lugar.
Después Jesús lo encuentra en el templo, y le dijo: He aquí, has sido sanado; no peques más, para que no te venga algo peor.
El hombre fue, y dio aviso a los judíos de que Jesús era el que lo había sanado.
Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en el día de reposo.
Pero Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.
Por esto los judíos procuraban aún más matarlo, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Respondió entonces Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo, que el Hijo por sí mismo no puede hacer nada, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, para que vosotros os maravilléis.
Porque como el Padre levanta a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio lo ha dado al Hijo,
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
De cierto, de cierto os digo, que el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.
De cierto, de cierto os digo, que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.
Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo tener vida en sí mismo;
y también le dio autoridad de hacer juicio, porque es el Hijo del Hombre.
No os maravilléis de esto; porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz;
y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; pero los que practicaron lo malo, a resurrección de condenación.
No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, del Padre.
Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
Otro es el que da testimonio de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.
Vosotros enviasteis a preguntar a Juan, y él dio testimonio de la verdad.
Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; sin embargo, digo estas cosas para que vosotros seáis salvos.
Él era la lámpara que arde y alumbra, y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.
Pero yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para que cumpla, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su apariencia,
ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
No recibo gloria de los hombres;
pero os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniera en su propio nombre, a ese recibiríais.
¿Cómo podéis vosotros creer, cuando recibís gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?
No penséis que yo os voy a acusar delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.
Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.
Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?
Explicación de los versículos de Juan 5
Desglosamos el Juan 5 versículo por versículo, proporcionando una comprensión más profunda de las enseñanzas y milagros de Jesús en este capítulo crucial del Nuevo Testamento. Este análisis no solo ofrece una interpretación textual, sino que también proporciona reflexiones aplicables a nuestro entendimiento moderno de la fe y la moralidad.
"Después de esto, había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén."
Este versículo establece el contexto temporal y geográfico de los eventos que se narrarán. La mención de la "fiesta de los judíos" sugiere que Jesús participaba activamente en las tradiciones judías, integrándose en la vida religiosa y social de su tiempo.
"Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, que en hebreo se llama Betesda, el cual tiene cinco pórticos."
El estanque de Betesda no solo es un detalle geográfico, sino que también simboliza un lugar de esperanza y sanación para muchos, especialmente para los enfermos y marginados que se congregaban allí.
"En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua."
Este versículo ilustra la desesperación y la esperanza de los que buscaban curación, destacando su vulnerabilidad y la creencia en milagros. La espera por el "movimiento del agua" refleja una mezcla de esperanza y desesperación.
"Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el primero que descendía después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese."
La creencia en el poder milagroso del agua agitada por un ángel subraya la profunda fe en intervenciones divinas entre los judíos de la época. Este acto también puede ser visto como un símbolo de la gracia divina, accesible pero impredecible en su llegada.
"Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo."
La mención de los treinta y ocho años subraya la prolongada sufrimiento del hombre y establece un escenario dramático para el milagro que está a punto de ocurrir, destacando la compasión de Jesús hacia aquellos que han sufrido durante largo tiempo.
"Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?"
Este versículo no solo muestra la omnisciencia de Jesús, sino que también plantea una pregunta fundamental que va más allá de la simple curación física, invitando al enfermo (y al lector) a reflexionar sobre su deseo de transformación espiritual y física.
"El enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo voy, otro desciende antes que yo."
La respuesta del enfermo ilustra su soledad y desesperanza, resaltando la competencia y la lucha por la sanación en un sistema donde los recursos parecen limitados.
"Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda."
Con estas palabras, Jesús no solo cura al hombre, sino que también desafía las normas sociales y religiosas de la época, demostrando su autoridad divina y su poder sobre la enfermedad y la discapacidad.
"Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y aquel día era día de reposo."
La curación instantánea subraya el poder milagroso de Jesús, mientras que la mención del día de reposo anticipa el conflicto que surgirá con las autoridades judías, poniendo en relieve las tensiones entre las leyes humanas y la misión divina de Jesús.
Este análisis por versículos de Juan 5 nos permite apreciar la riqueza y profundidad de este relato bíblico, ofreciendo lecciones sobre fe, poder divino, y la naturaleza compasiva de Jesús.
Significado y reflexión final sobre Juan 5
El capítulo Juan 5 nos ofrece una profunda reflexión sobre la misericordia y el poder de Jesús, así como sobre la resistencia humana al cambio y la nueva comprensión de la ley. A través del milagro de la curación del paralítico, Jesús no solo muestra su compasión incondicional, sino que también desafía las normas establecidas y nos invita a repensar nuestras propias limitaciones y prejuicios.
Este pasaje nos enseña sobre la importancia de la fe y la disposición a recibir la gracia divina. El hombre enfermo, que había esperado durante treinta y ocho años por un milagro, es finalmente sanado no por el movimiento del agua, sino por la palabra directa de Jesús. Esto nos recuerda que, a menudo, nuestras soluciones humanas son insuficientes y que debemos estar abiertos a la intervención divina en formas que no esperamos.
Además, la confrontación de Jesús con las autoridades judías sobre la cuestión del Sabbath nos impulsa a considerar cómo interpretamos y aplicamos las leyes y tradiciones. Jesús nos enseña que las leyes deben servir al bienestar y a la liberación del ser humano, no al contrario. Este capítulo nos desafía a evaluar nuestras propias prácticas y creencias, asegurándonos de que no obstaculicen la compasión y la justicia.
En nuestras vidas, podemos aplicar estas enseñanzas al ser más conscientes de las necesidades de los demás, al ser agentes de cambio y sanación, y al mantener nuestros corazones abiertos a las maneras inesperadas en que Dios puede actuar. Es un llamado a ser más como Jesús, buscando siempre el bien mayor más allá de las convenciones y las expectativas.
Esperamos que esta exploración de Juan 5 te haya inspirado y ofrecido nuevas perspectivas para tu vida espiritual. Te invitamos a continuar tu exploración y crecimiento en la fe con los numerosos recursos que encontrarás en Tu Biblia Online, donde cada artículo está pensado para enriquecer tu camino espiritual y fortalecer tu relación con Dios.